mindfulness

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Mindfulness y genética


 
Un reciente estudio acaba de demostrar la influencia de la práctica de mindfulness (meditación) y la expresión génica.
 
Lo tenéis aquí.
 

Regalo de navidad


Mi regalo de navidades es esta meditación.
Espero que aporte paz a tu mente y que te anime a emprender aquellas cosas que para ti merecen la pena.

Aprender a emprender (por Belén Barreiro)

 
Hace unos días, se publicó el libro de Felipe González, En busca de respuestas. El libro es recomendable, no sólo por el análisis político que ofrece, sino sobre todo por sus reflexiones a propósito de cómo, en el siglo XXI, debemos afrontar algunos aspectos de nuestra vida y, en particular, el trabajo. Entre las numerosas observaciones que contiene, hay dos que me han llamado poderosamente la atención. Por un lado, la alusión a que en España es bastante más fácil que un padre ayude a su hijo en la compra del piso a que le preste dinero para un proyecto empresarial. De hecho, como señala González, cabe imaginar que si un hijo le pide al padre ayuda para un negocio, la respuesta sea: "Hijo, cómprate el pisito y búscate un trabajo estable antes de meterte en líos". Por otro lado, resulta también sorprendente que las escuelas de negocio en nuestro país, que están entre las mejores en los ranking mundiales, produzcan muchos más ejecutivos, que encuentran trabajo en cualquier de las grandes empresas, que emprendedores.

¿Qué ocurre en España? ¿A qué se debe esta alergia hacia el emprendimiento, que sólo la crisis está mitigando, más por obligación que por convicción? La respuesta de Felipe González es que aquí no hay cultura del riesgo, ni por parte del capital, ni del Estado, ni del individuo. Nadie quiere arriesgar. Esta es, sin duda, una de las respuestas a esta pregunta. También lo es el marco institucional en el que se emprende en España: ni la visita al notario para constituir la sociedad, ni los 3.000 euros que se debe depositar en el banco, ni el desfase entre los gastos presentes y los cobros (que son a 90 días), ni la cultura del enchufismo que hace casi imposible entrar en contacto con una empresa sin conocer a nadie que trabaje en ella, por solo citar algunos de los obstáculos con los que se encuentra el emprendedor, ayudan lo más mínimo. Sobrevivirán los que tengan más empeño, pero también, aunque nunca se diga, los que, por su origen social, estén en mejores condiciones para afrontar la aventura empresarial. La desigualdad de origen, por desgracia, también está presente entre los emprendedores (y de esto también debería hablar la socialdemocracia).

Además de la cultura del riesgo y del entorno institucional, hay un tercer factor que incide, creo yo, en la alergia que muchos tienen hacia el emprendimiento. En España, tendemos a no establecer vínculos nítidos entre las habilidades de cada uno y su proyecto laboral. Por lo general, ni se ayuda a los niños y jóvenes a descubrir sus talentos, que no siempre son obvios, ni se contribuye a potenciarlos, ni se transmite con claridad que de las habilidades personales se construyen profesiones: que cada uno de nosotros destaca en algo y de que lo que se trata es de entrenar ese talento hasta convertirlo en un modo de vida.

En España, el planteamiento tiende a ser el opuesto. En algún momento, al niño se le deja de preguntar qué quieres ser de mayor para plantearle qué quiere el mercado laboral que seas. Se tiende a educar a los jóvenes para que en el futuro encuentren un buen trabajo, orientándolos hacia carreras universitarias con salidas (que suelen ser economía o empresariales, derecho o ingeniería). En los colegios, se apuesta por el uso de las nuevas tecnologías, olvidando, además, que los niños de hoy en día son casi todos nativos digitales, que no necesitan más horas de ordenador, sino recuperar el lápiz, el papel y el olor de los libros. Se tiende cada vez más a minusvalorar las letras y las artes, salvo en lo que respecta a la necesidad de escribir sin faltas de ortografía, que todos consideramos básico, o tener un cierto barniz cultural. El estudio de la música, el teatro, la literatura, la poesía o la filosofía quedan relegadas a un segundo plano, considerándolas disciplinas propias de una educación antigua, que no 'sirven' para el mundo actual, en el que la formación debe centrarse sobre todo en hacernos competitivos.

En mi opinión, este enfoque tan extendido, según el cual debemos adaptar la formación de los niños y jóvenes al mercado laboral, cohibiendo el desarrollo de las habilidades de cada uno, es erróneo. Ante todo, porque que no tiene en cuenta las transformaciones que se producen a lo largo de los años en el mercado de trabajo. Por ejemplo, a nuestros padres les educaron en francés para un mundo en el que se iba a hablar sobre todo inglés; a mi generación nos educaron en inglés para un mundo en el que se destaca si se sabe chino; y algunos padres de hoy hacen estudiar chino a sus hijos cuando quizás lo que se necesite dentro de veinte años sea sobre todo saber árabe o, quien sabe, portugués. Obviamente, esto es una metáfora: los idiomas, cuantos más, mejor. Pero tiene poco sentido orientar a los jóvenes hacia una formación determinada en un mundo impredecible, en el que no se sabe bien si tal o cual carrera será o no la más demandada.

Por otro lado, creo que nadie debería renunciar a dedicar sus horas de trabajo, que es un tercio de nuestra vida, a una actividad que de verdad le apasione. Las pasiones se educan pero no se fuerzan: me cuesta trabajo creer que en España haya tantos jóvenes que se inclinen de forma natural por la economía, la ingeniería o el derecho. Sin duda los hay, y seguramente sean ellos los que desempeñen su trabajo con más entrega, pero otros estarán ejerciendo actividades con las que no se identifican, ni mínimamente.
 



Además, en una sociedad competitiva, como la que aspiramos a ser, las letras y las artes, apasionantes en sí mismas, tienen, en realidad, el mejor de los encajes. Estas disciplinas desarrollan cualidades enormemente relevantes: el teatro ayuda a hablar en público sin pudor, a modular la voz y a controlar los movimientos de nuestro cuerpo; la literatura genera sobre todo empatía, capacidad para entender al otro, que como bien se destaca en el libro mencionado, es la condición imprescindible del liderazgo; y la música, además, de ser la única materia capaz de desarrollar algunas zonas del cerebro que muchos tenemos dormidas, entrena en disciplina. Por tanto, si de verdad queremos educar para competir, en el ámbito que sea, deberíamos plantearnos si no es mejor invertir más tiempo y esfuerzo en materias que incentiven el desarrollo de la empatía o la tenacidad que en el estudio de la economía o la tecnología.

En nuestro país, necesitamos sobre todo aprender a emprender. Emprender es, en gran medida, convertir las habilidades de cada uno en profesiones. Dejemos, primero, que esas habilidades florezcan en los niños, y ayudémosles, después, a entrenarlas y a que forjen cualidades personales imprescindibles en la actividad emprendedora. Estas cualidades no están en los libros de las carreras más demandadas. Están, en mucha mayor medida, en esas disciplinas tan antiguas que algunos dicen que ya no sirven para nada.
 

Nueve maneras científicamente probadas para dejar de preocuparse


 
 
1
En lugar de preocuparte a cada momento indiscriminadamente, dedica un tiempo prefijado de antemano a hacerlo, unos 30 minutos son suficientes. Sigue los siguientes pasos: primero: identifica el objeto de tus preocupaciones, segundo: elige un lugar y una hora determinada para realizar el ejercicio, tercero: si en cualquier otro momento te descubres preoupaandote por el tema elegido entonces elige pensar en algo diferente, cuarto: durante tu "tiempo para preocuparte" intenta idear soluciones a esas preocupaciones.
 
2
Decide abandonar Facebook, Internet o tu teléfono móvil durante un tiempo. Un reciente estudio indica que mucha gente siente ansiedad al prescindir durante un tiempo de Facebook o de su correo electrónico, lo que indica que quizás deban retomar el control sobre su uso de la tecnología en lugar de ser dominados por ella.
3
La mejor extrategia contra la preocupación y la rumiación es la práctica de mindfulness, lo que implica adoptar una actitud de ser conscientes de nuestros pensamientos y emocionescuando ocurren sin juzgarlos. Este hecho ha sido demostrado mientras se efectuaba una revisión de 19 estudios científicos relacionados.
 
4
Debemos evitar de preocuparnos por nuestras preocupaciones. En 2005 un estudio demostró que intentar desembarazarse de los pensamientos que nos disgustan  logra precisamente lo contrario, es decir que esos pensamientos nos inquieten aún más, al contrario de quienes por naturaleza se muestran más receptivos a esos pensamientos: demuestraron ser menos obsesivos y con menor tendencia a la depresión.
5
Por ejemplo, escribir nuestras preocupaciones antes de un examen ayuda a disminuir nuestra ansiedad.


6
Realizar actividades que mantengan nuestras manos ocupadas  y nuestra mente concentrada ayuda a prevenir malos recuerdos de experiencias pasadas.
7
La necesidad de seguir determinadas reglas o patrones cotidianos es también una fuente de preocupación.
8
Dedicar un poco de tiempo a practicar la meditación disminuye la ansiedad.
9
Movernos nos hace más resistentes al estres. Cuando nos movemos nuestro cuerpo aumenta la producción de serotonina (la hormona de la felicidad).
 

El coraje


 
El coraje radica en nuestra capacidad para tomar conciencia de manera real y realista de lo que nos  ocurre y, a partir de ahí, motivarnos para acogerlo, lo que no es lo mismo que resignarnos. Acoger implica hacer sitio, permitir que algo se manifieste tal cual es, sin colorearlo, sin matizarlo, sin decoración ni fanfarria.  Esta acción de acoger es amigable y hospitalaria, invitamos a lo que haya a que se despliegue en toda su exuberancia, sin censura, sin juicios ni críticas. De esta manera la energía de la realidad se funde con la nuestra propia modificándose ambas, dejamos de ser yo y en gozo y ambos nos transformamos en gozo a secas, dejamos de ser yo y mi tristeza para ser tristeza, dejamos de ser yo y mi amigo para convertirnos, al menos durante un instante, en una sola entidad indivisible.
Por eso el coraje es al mismo tiempo rendición, porque este  radica en la comprensión de la realidad sin tapujos. Sería como darle un beso a alguien, independientemente de su edad, raza o aspecto. Pero no un beso mecánico y ruidoso sino un beso tierno y sincero, en realidad importa más la actitud con la que lo hagamos que el beso en si. De este modo podemos besar con la mirada, con una caricia o con un gesto. Podemos besar el suelo con nuestros pies mientras caminamos y el mar con nuestros brazos cuando nos sumergimos en el.  Las personas somos sumamente sensibles a este tipo de comunicación no verbal, en seguida nos damos cuenta de  cuando se nos trata con ternura, cuando somos comprendidos, cuando el otro nos abre las puertas de su corazón con toda confianza para que nos acomodemos. El coraje no implica solamente atreverse a hacer algo sino más bien atreverse a no hacer nada, permitir que nuestras experiencias se filtren por todos y cada uno de nuestros poros y nos inunden, permitiendo que seamos transformados y transformado al mismo tiempo aquello que nos inunda.

No existe trastorno de déficit de atención, solo niños aburridos

 
La autora de rEDUvolution (Paidós) afirma durante la entrevista que «no existe Trastorno de Déficit de Atención, solo niños aburridos en clase», a sabiendas de que ha entrado en terreno cuanto menos, espinoso. A la directora de la Escuela de Educación Disruptiva (EED) de la Fundación Telefónica no le importa la controversia que generará el titular, porque está absolutamente convencida de ello. A su juicio, «medicar con anfetaminas a niños de dos años para que se concentren es, sencillamente, una barbaridad». «¿No sería mejor pensar en cambiar la educación que reciben?», se pregunta en alto esta docente. «Resulta ya un lugar común hablar de la obsolescencia del sistema educativo actual y de la apremiante necesidad de realizar un cambio tanto de contenidos como de metodología, de romper el pasado pero... ¿cómo hacerlo?».
 
—En rEDUvolution, su último y provocador libro, propone realizar un cambio de paradigma. ¿Es que está mal?
 
—No es que esté mal, es que no sirve. Los niños van con sus Mp3, sus móviles 3G... y su flauta dulce. ¡Por favor! Ha cambiado todo, y sobre todo lo que tiene que ver con la gestión del conocimiento. Igual que un médico no puede operar sin anestesia, como en el siglo XIX, hoy no se puede aprender con una lección tradicional, donde lo único que se consigue es una educación bulímica, donde te atracas de información que vomitas el día del exámen y a los tres segundos cuando has salido por la puerta has olvidado todo. Ese es el paradigma al que te lleva una educación trandicional. Hay que ir hacia una educación experiencial, motivadora, activa... Mientras que en otras disciplinas está super aceptado que el inconsciente lo que hace es modificar todo el proceso de absorción de datos, en pedagogía no. A día de hoy parece que todos los alumnos tienen que entender la clase de la misma manera, coger los mismos apuntes y decirlo igual durante el examen. El primer paso para la rEDUvolution es admitir que esto no es así. Como profesores aceptaremos que nosotros enseñamos y que los alumnos aprenden otras cosas. Tu das una clase a veinte personas y cada uno va a elaborar según su propia biografía, su creatividad, sus conocimientos... un discurso diferente. Eso es el hecho educativo.
 
—¿Qué supone aceptar eso?

—Ya no tiene mucho sentido programar por objetivos, porque no se van a cumplir. Quizás sea mejor elaborar en lugar de pequeños objetivos grandes metas, abiertas y flexibles.
 
—Su rEDUvolution conlleva aceptar las pedagogías invisibles. ¿A qué se refiere?
 
—Aceptar que se aprende más de lo no es explícito que de lo que es explícito. Lo explícito es lo que el profesor dice, el libro de texto, el power point... pero luego hay montones de cosas desde la iluminación de la clase, cómo va vestido el profesor, o cómo está organizado el aula que nos está dando mucha más información que lo que nos está diciendo este. Todo lo referente a las pedagogías invisibles se obvia en la pedagogía tradicional y hay que recuperarlo.
 
—¿Cuál debe ser el papel del profesor en esta nueva pedagogía?
 
—Su papel debe entenderse como un productor cultural, como un artista. Debe saber coger conceptos y remixearlos, entendiendo como remixear el sistema de producción contemporánea. Eso no es copiar. Es relacionar. Y crear tu «playlist» de la clase.
 
—Usted propone empezar por cambiar la función del profesor, al que se refiere como «coacher».
 
—Sí, el profesor debería priorizar la agenda de tus alumnos por encima de todas las cosas, especialmente por encima del centro, del sistema educativo, de tu propia agenda. en la educación tradicional el profesor impone todo, los contenidos, las formas, las metodologías, y ahora creo que debería ser muy importante aprovechar los saberes de los alumnos e incorporarlos al revés. Qué le interesa al alumno por encima de qué le interesa al profesor. Nos referimos a las ocho inteligencias de Howard Gardner.
 
—Eso es una utopía, tanto si tienes cinco alumnos como si tienes diez, pero mucho más si tienes treinta.
 
—En cualquier caso, lo que sí que hacen los profesores es negar los intereses de los alumnos. No se trata tanto de hacer treinta clases distintas, si no de decir, voy a intentar ver qué es lo que les interesa a los alumnos y de incorporarlo al aula, en general. Si les interesa el fútbol, a lo mejor puedo incorporar este deporte como recurso para explicar las matemáticas. Enseñar videoarte a los adolescentes es muy difícil, pero si les enseñas videoarte a partir de videoclips es muy fácil. Creo que los niños, los adolescentes, tienen intereses, entonces, el profesor creativo es capaz de encontrar ese link.
 
—¿Por eso señala la creatividad del profesorado como cualidad indispensable?
 
—Siempre se habla de la creatividad del alumno, pero me parece fundamental la creatividad del profesor, pero por encima de sus competencias y de sus conocimientos, un profesor creativo va a llegar a todo y va a realizar unas unidades didácticas maravillosas. Se va a olvidar del libro de texto y va a crear unas experiencias increíbles.
 
—Debería cambiar su formación también.
 
—Sí, claro. El problema que yo veo en la pedagogía es que se lleva a cabo un proceso de reproducción en la formación del profesorado. Te pasas media vida quejándote de tus profesores pero cuando tú te conviertes en uno vuelves a hacer lo mismo. Un docente novel, supertemeroso, se mete en un aula de Secundaria con cuarenta adolescentes y no sabe qué hacer y se hace el duro, sin darse cuenta de que lo que tiene que hacer es lo contrario.
 
—¿Dónde queda la Ley de Autoridad del profesor, tan necesaria en algunos casos incluso de agresión al maestro por parte del estudiante?
 
—Pedagogía y poder... En una estructura de control... No sólo hay que parecer democrático sino que hay que serlo. Todos somos democráticos de boquilla. Luego llegamos al aula y somos autoritarios. Si estamos hablando de democracia, no puedes llegar y hacer un monólogo. O no puedes hablar de democracia y subirte a una tarima.
 
—¿Qué estrategias de cambio propone para acabar con éxito con estas rigideces?
 
—La primera de ellas es crear en clase una «comunidad», en lugar de la antagonía «profesor y estudiante», que además en este momento en que el estudiante tiene muchos conocimientos pro ejemplo de tecnología, ¿que vas a hacer? En la idea de la comunidad, entra el profesor como coacher, como acompañante, pero es que ni siquiera es un acompañante, los profesores y estudiantes como coachers unos de otros. Si tu tratas al alumno más como un igual, y le das más poder, sus problemas se reducen. Esos problemas aumentan cuanto más autoritario es el sistema. Si tu a un alumno le das responsabilidad, todo mejora. Si le obligas y le das disciplina solamente, al final surge el miedo. Hay que recuperar los afectos en el aula, son muy importantes.

Habitar el aula

—¿Qué es y cuál es la máxima del edupunk, al que usted hace referencia?
 
–Más que una metodología es un nombre, un paraguas donde se recogen todas las metodologías que no son la metodología tradicional. La máxima es que tu no puedes cambiar los contenidos sin cambiar la arquitectura pedagógica. No puedes abogar por una educación diferente mediante una lección magistral. No puedes dar una clase con un mobiliario industrial si quieres hacer una clase orgánica. Hay que revisar el formato y cambiarlo.
 
–También habla usted de habitar la clase.
 
–Claro, la pedagogía es mente, pero también es cuerpo. ¿Cómo se entiende el cuerpo en el acto pedagógico? Sentado (horas), sumiso... No es que haya niños con déficit de atención (TDA), lo que hay es niños aburridos. Es un problema superserio, cómo se está medicando de forma a lo bestia, con anfetaminas, a niños desde los dos años. Menos medicina y más Reduvolution. Es un problema terrible que vemos cada vez más, si se cambiara el sistema te aseguro que habría menos TDA. No hay que medicar a los niños, que simplemente se quieren mover, sino cambiar el sistema.
 
–¿Lo más próximo que tenemos a este sistema es la metodología por proyectos?
 
—Sí. Definitivamente sí, pero en España hay muy poca oferta en educación alternativa.
 
—¿Están justificadas para usted la huelga del profesorado del pasado jueves 24 y la manifestación del sábado?
 
—Lo que indican ambos actos es que la gente está pidiendo una rEDUvolution. Están pidiendo a gritos que el profesorado esté mejor pagado, bien considerado, bien formado... como en el modelo finlandés, donde la clave está en el profesor.
 
—Los profesores finlandeses también se lo ha ganado. Al parecer son los mejores de la promoción, y luego pasan evoluciones continuas.
 
—Es cierto, el profesor finlandés está muy bien formado, es la élite. Pero también está super reconocido socialmente. En cambio aquí la labor del profesor está desprestigiada, precarizada... El problema fundamental es la formación del profesor.
 
—¿Y cómo se soluciona eso?
 
—Cambiando el sistema. Nota de corte para pedagogía, igual que en una ingeniería.
 

Sinopsis de rEDUvolution

El cuerpo


Son de sobra conocidos los efectos del cuerpo en nuestra mente. Después de realizar algo de ejercicio nuestra mente tiende a apaciguarse y tranquilizarse, como el agua del lago cuando no hay viento. Si hemos dormido bien, por la mañana albergaremos buen humor y optimismo para abordar la nueva jornada. Después de ducharnos es como si hubiésemos enjuagado también el interior de nuestros cráneos, adquiriendo frescura y lucidez. El cuerpo es el vehículo de que disponemos para trasladarnos por el mundo, para ir de un lugar a otro,  para expresar nuestros deseos y para transmitir nuestros anhelos. El cuerpo es el vehículo de la comunicación y del contacto amoroso, su influencia en la mente es innegable. Pero algo menos conocido es el efecto de la mente sobre este.
El hombre posee unos extraordinarios mecanismos de defensa. Ante una amenaza este operativo se pone en marcha bombeando sangre a los músculos y dejando así descuidadas momentáneamente otras funciones con alta demanda energética como la digestión o el raciocinio. De este modo el hombre puede escapar, quedarse muy quieto a la expectativa o pelear duro por su vida. Hoy en día existen pocas amenazas reales que justifiquen tamaña movilización de recursos pero sin embargo el hombre sigue activando, ahora mas que nunca y de manera compulsiva y extenuante, todos estos efectivos de emergencia.
Ahora no es un la presencia de un tigre dispuesto a devorarnos lo que los provoca sino la figura de nuestro jefe. No hay tribus enemigas dispuestas a aniquilarnos para confiscar nuestra cueva pero si contrincantes obstinados dispuestos a cualquier cosa por ocupar nuestro puesto de trabajo u obtener una promoción. Los mecanismos de emergencia del cuerpo fueron ideados evolutivamente para hacer frente a los retos de supervivencia del ser humano. Hoy en día la supervivencia está asegurada pero a pesar de ello son otros los estímulos los que ahora activan esos mismos mecanismos ancestrales. Es lo que se conoce comúnmente como estrés.
El ser humano necesita un pequeño nivel de activación para funcionar de manera óptima, al igual que un motor de coche rinde más cuando ha adquirido algo de temperatura. Sin embargo, un nivel demasiado elevado de activación consume al individuo, lo despoja de toda su fuerza vital e incluso puede acabar con su vida si la exposición es intensa y continuada. He aquí la implicación de la mente en este proceso. De modo que tomarnos las cosas demasiado a pecho resulta tan pernicioso como minimizar lo que nos ocurre. Demasiado a menudo intentamos modular la intensidad de nuestras vivencias maquillándolas para adaptarlas a nuestro humor en ese momento. Pero la realidad no entiende de sucedáneos ni de trucos de chistera así que lo que  realmente hacemos es auto engañarnos, nuestra mente nos aísla del sufrimiento quitando hierro al asunto o salpimentado lo que nos ocurre. Llega un momento en que ese afán por no sufrir nos puede llevar a convertirnos en personas apáticas, ajenas a lo que sentimos y lo que las diferentes situaciones evocan en nosotros realmente. Hacer de un ratón un elefante es tan pernicioso como hacer de un elefante un ratón. Con frecuencia perdemos la justa medida de evaluar lo que nos ocurre y fruto de ello el cuerpo reacciona, el cuerpo siempre e inexorablemente reacciona a los contenidos particulares de nuestra mente. Minimizarlo todo puede agudizar nuestra sensibilidad y por tanto hacernos más vulnerables. Maximizarlo todo puede mermar nuestra sensibilidad para darnos cuenta de lo que nos hace daño de verdad. El cuerpo responde acorde a esas estrategias de nuestra mente: nos consumimos en un si vivir o nos marchitamos en la indiferencia.

La mente


Ateniéndonos a hechos evidentes podemos afirmar que la mente no es algo que pueda ser percibido por los sentidos. No puede verse, ni olerse, no emite sonidos ni tampoco se puede tocar pero sin embargo todos intuimos su presencia. La mente es un fenómeno que nos permite desenvolvernos por la vida con cierta soltura. Gracias a ella comprendemos el texto que estamos leyendo, se nos ocurren soluciones creativas a nuestros problemas cotidianos, recordamos la lista de la compra  o aprendemos las lecciones que nos va dando la vida.
 
La mente tampoco ocupa un lugar concreto en el espacio, está aquí y allá, en todas partes y en ningún sitio. Extraño, ¿no te parece? Pero lo que resulta quizás aún más sorprendente es que, a pesar de su aparente fugacidad, podemos percibirla con nitidez si nos lo proponemos, podemos sentirla, percatarnos de su presencia. En realidad nos acompaña a todas partes y en mucho se parece a nuestra sombra, aún que tal vez sea al revés, es decir, que nosotros mismos seamos la sombra de ella.
 
En cualquier caso, si nos lo proponemos, además de percibirla también podemos observarla, percibir sus contenidos, sus idas y venidas y sus numerosas elucubraciones, todas ellas ocupaciones que  a la mente le fascinan. Como un buen perro de caza,  la mente se extravía extasiada por la esencia de una presa o apenas el rastro efímero de algo apetitoso. Puede divagar durante horas, días, semanas, meses, años o incluso eternamente. Una mente así es como un caballo desbocado, como aquel que montaba un jinete al que le los curiosos preguntaron:  ¿a donde vas? Respondiendo este: pregúntale a mi caballo. De manera similar las personas tendemos a cabalgar sobre los caballos desbocados de nuestras mentes, esperando que nos lleven a alguna parte, sin saber muy bien donde ni para qué pero anhelando en nuestros corazones algo diferente a lo que tenemos, albergando la esperanza de una salvación utópica de la cual en realidad sabemos poco e ignoramos casi todo.
 
En esas precarias condiciones es normal que acabemos perdidos, desesperados, decepcionados, tristes y frustrados por no haber accedido a nuestro particular nirvana. Entonces hacen su aparición la pesadumbre, el desamparo, la resignación y el desaliento, hasta que el olfato de la mente descubra una nueva pista y se interne de nuevo en una nueva búsqueda tan afanada como estéril.
 
Este círculo parece repetirse como si de un vicio se tratase. El alcohólico o el drogadicto recurren reiteradamente a su droga, esta parece reconfortarles momentáneamente pero en realidad los hunde cada vez más en su desdicha.
Las emociones poco agradables les invaden entonces como huéspedes indeseados con la intención de quedarse a vivir indefinidamente, sabedores de que nunca les será requerido alquiler alguno por las molestias que desenfrenadamente causan.

Los 44 problemas de la vida


- Maestro, vengo a verte para que que aconsejes, no me siento bien, todo me sale mal, estoy cansado y he perdido el optimismo.

- Lo siento pero no puedo ayudarte  con esos problemas - contesta el maestro-  todos ellos pertenecen a los cuarenta y cuatro problemas de la vida que todo el mundo tiene.
Pero tal vez pueda ayudarte con el problema cuarenta y cinco.

- ¿Y cual es el problema cuarenta y cinco?

- El problema cuarenta y cinco consiste en hacer un problema de los otros cuarenta y cuatro problemas.

Decálogo para tener una buena vida en el siglo XXI





1. El centro es la red. Vivimos en sociedades interconectadas, donde la experiencia milenaria del aislamiento es ya impensable, y que son plenamente conscientes de que la existencia de vínculos de intercambio es lo que nos permite innovar. En ese contexto, la lengua materna es importante, pero dista mucho de serlo todo: saber idiomas será indispensable en el futuro cercano, en tanto instrumento y expresión de la voluntad de abrirse al exterior y de interconectarse con las redes apropiadas. Como afirma Punset en El sueño de Alicia, si un pueblo con una identidad muy fuerte se cierra sobre sí mismo se va asfixiando cada vez más.

2. Cualquier tiempo pasado fue peor. Importa el presente, no el ayer. La idealización del pasado a menudo obvia la violencia y la crueldad presentes en muchas de sus prácticas cotidianas. Las niñas que sacrificaban en el Chile remoto para invocar a las fuerzas que traían la lluvia no estarían muy conformes con la visión de quienes sueñan con tiempos pretéritos y los tienen como un modelo al que regresar. Desde la concepción de Punset, la historia es lineal, y avanza hacia mejor.

3. Tenemos que sincronizarnos con nuestro tiempo personal. Poseemos un reloj interno, compuesto por cien mil millones de neuronas, que marca los ritmos circadianos y que regula muchas de las funciones de nuestro organismo, como los patrones de sueño y alimentación, la temperatura corporal, los niveles de hormonas, el sistema inmune o la regeneración celular. Conocernos mejor supone investigar más acerca de este reloj y tomar en cuenta sus ritmos.

4. No se trata de hallar la solución, sino de evitar el problema. El mejor ejemplo son los medicamentos, a los que recurrimos para solucionar todo tipo de males y que en muchas ocasiones consumimos incorrectamente. Esa utilización masiva termina siendo contraproducente, como demuestra el caso de los antibióticos. El uso frecuente ha provocado que las bacterias se hagan resistentes y que hayan aparecido cepas a las que los antibióticos ya no afectan.
Por lo tanto, en lugar de tratar de remediar lo que está ocurriendo, deberíamos prestar más atención a los factores que nos hacen estar sanos. Es más importante prevenir, modificando nuestro estilo de vida si no es el adecuado, dejando de fumar o realizándonos un chequeo a tiempo, que tratar de curar después la enfermedad.

5. Vivir mucho y bien es fácil. El tiempo que vivimos está determinado por la autocapacidad protectora del sistema inmunológico, afirma Punset, lo cual no está vinculado estrictamente a la edad cronológica, sino a saber conservar intacto (o casi) el sistema inmunológico. Y para ello, sólo hay una fórmula. Con cuatro pasos: dieta adecuada, fomentar una buena salud física mediante ejercicios frecuentes y regulados, evitar las drogadicciones y las sustancias tóxicas y cuidar la salud mental, en especial en lo referido a la gestión de las emociones negativas como la ira, la rabia, el desprecio o la falta de empatía.

6. Redefinir la autorrealización. Aunque nos pasemos la vida buscando el reconocimiento de los demás, no hay nada como tener el sentimiento de que uno controla su propia vida para sentirse potente: eso es lo que llamamos “estar bien con nosotros mismos”. Pero, por la misma razón, no debemos animar a los chicos a que descubran lo que les gusta hacer, sino que hemos de empujarles a que profundicen en ello hasta que lo controlen. Encontrar el propio elemento, afirma citando a Ken Robinson, no consiste sólo en identificarlo, sino gracias al esfuerzo continuado, en tener la seguridad de controlarlo.

7. La creatividad es el centro del mundo. Se trata de una competencia esencial para nuestro devenir. Por eso tenemos que potenciarla al máximo e investigar sobre ella todo lo que podamos. En este sentido, señala Punset, recogiendo las tesis del científico británico David Nutt, el caso más peculiar es el de las drogas, porque nos hemos fijado en sus peligros sin atender a los beneficios potenciales. Así, escribe en su obra, el éxtasis puede ser una droga muy útil para las personas con trastornos provocados por estrés crónico, la psilocibina, una sustancia alucinógena, combate con eficacia las migrañas y el LSD sirve para tratar a pacientes moribundos. Pero en lugar de investigar sobre ellas y analizar sus efectos terapéuticos, preferimos gastarnos el dinero (y son muchos millones) exclusivamente en políticas de prevención.

8. Necesitamos nuevas competencias. Las habilidades en que nos apoyamos tras la revolución industrial ya no sirven para estos tiempos. Permanecer anclados a ellas no nos va a permitir encontrar trabajo, mejorar nuestra productividad o inventar nuevas salidas. Las viejas competencias han quedado obsoletas porque están demasiado jerarquizadas y porque no dan importancia a la creatividad. Hoy lo prioritario es fomentar la cooperación en lugar de la competitividad, dominar las técnicas de concentración, familiarizarse con el mundo digital y dar a la creatividad un enorme valor.

9. La intuición es tan válida o más que la razón. El instinto, según la neurociencia, nos muestra lo que debemos hacer mucho antes de que nuestra mente consciente reaccione. La intuición es un tipo de conocimiento que se basa en la capacidad para percibir pistas, señales y patrones asociados con experiencias previas, y dista mucho de ser, como se había creído hasta ahora, un poder místico. Cita Punset a Albert Einstein cuando afirma que “la mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo”. La intuición nos sirve para tomar mejores decisiones que la razón.

10. El inconsciente emocional manda. Hemos marginado sentimientos y emociones y no nos hemos dado cuenta de ello, asegura Punset, porque estábamos convencidos de que éramos la expresión de una dualidad permanente entre mente y cuerpo en la que la primera debía imponerse al segundo. Pero la realidad es diferente porque la ciencia nos ha enseñado que todo está mezclado y que las emociones y los procesos puramente cognitivos son inseparables.

No somos conscientes, pues, de la importancia que tienen las emociones en nuestra vida y de hasta qué punto determinan nuestras acciones. Nos creemos personas racionales que gracias al uso del intelecto eligen libremente qué hacer, pero no es así. Por suerte, el científico del siglo XXI sí tiene claves de acceso para penetrar en ese mundo emocional. Las nuevas técnicas de investigación y los descubrimientos de la neurociencia nos permiten hoy dar solución a muchos de nuestros problemas.

Articulo original

20 Razones científicamente probadas para empezar a meditar hoy mismo


 

1            Mejora la función inmunológica (ver este estudio y también este otro)

 
2            Disminuye el dolor (pincha aquí para ver el estudio)

  

3            Disminuye la inflamación a nivel celular (estudio1, estudio2 y estudio3)

 

4            Promueve las emociones positivas (aquí y aquí también)

  

5            Mejora la depresión (ver estudio aquí)

 

6            Disminuye la ansiedad (estudio1, estudio2 y estudio3)

 
 
7            Disminuye el estrés (aquí y aquí también)

 

8            Mejora nuestras relaciones y nuestra inteligencia emocional (aquí y aquí)

 

9            Nos hace más compasivos (estudio1, estudio2 )

 

10        Nos hace sentirnos menos solos (aquí)

  

11        Mejora nuestra habilidad de regular las emociones (aquí)

 

12        Mejora nuestra capacidad de introspección (aquí)

  

13        Aumenta la materia gris de nuestro cerebro (aquí)

 

14        Aumenta el volumen de las áreas cerebrales relacionadas con la regulación de las emociones, las emociones placenteras y el autocontrol (aquí y aquí)

  
15        Aumenta el grosor en áreas corticales del cerebro relacinadas con la atención (aquí)

 
16        Mejora la capacidad de centrarse y la atención (estudio1, estudio2,estudio3, y 4)

 

17        Mejora nuestra habilidad para la multitarea (aquí y aquí)

 

18        Mejora la memoria (aquí)

  

19        Promueve la creatividad y la capacidad de idear soluciones novedosas (ver estudios de J Schooler)

 

20        Te hace más sabio, aporta mayor perspectiva a tu vida y te otorga mayor libertad