Gracias al Freedom of Information Act
emitido en los Estados Unidos hace unos años, ha resultado posible tener acceso
a mucha información que hasta ese momento había permanecido oculta al público.
El profesor Irvin Kirsch solicitó, amparándose
en esta ley, todos los estudios disponibles sobre los efectos de los
antidepresivos presentados hasta la fecha. Su intención era evaluar los
resultados de todos esos estudios para contrastar la eficacia de los fármacos
antidepresivos, especialmente los conocidos como ISRS (Inhibidores Selectivos
de la Recaptación de la Serotonina).
La serotonina es un neurotransmisor muy
abundante en el sistema nervioso. Los neurotransmisores son sustancias que
hacen posible la comunicación entre neuronas.
Uno de los postulados más importantes
para explicar la depresión desde el punto de vista fisiológico, de amplia
difusión en la actualidad, consiste en considerar este trastorno como elicitado
por un desequilibrio crónico de este neurotransmisor en el cerebro. Es decir,
poca serotonina significa que la persona padece depresión y mucha serotonina se
asocia al bienestar.
El análisis de los datos ha arrojado una
conclusión sorprendente:
Los ISRS son igual de efectivos que un
placebo.
De hecho en el meta estudio no se
encontraron diferencias significativas entre esta droga y el placebo utilizado
(generalmente una capsula idéntica a la del fármaco pero compuesta de
sacarosa).
¿Cómo es posible que solamente salga a la
luz ahora este resultado?
En realidad hay varios motivos.
En primer lugar, los estudios que las
empresas farmacéuticas presentaron
a las correspondientes agencias de homologación de medicamentos, como la FDA
estadounidense o la EMEA en Europa,
fueron los mas halagüeños de todos los que habían realizado, es decir
aquellos en los que el fármaco demostraba ser superior al placebo. La gran mayoría de estudios, en los
cuales los efectos del placebo y la droga eran prácticamente idénticos, fueron intencionalmente omitidos.
Por otro lado tenemos el llamado «sesgo
de publicación», por medio del cual las revistas y medios especializados
tienden a desechar los estudios presentados que no arrojan resultados
satisfactorios. De este modo, los numerosos estudios presentados en los que quedaba en entredicho el efecto de los ISRSs, simplemente no se publicaron.
Debido a estos dos hechos, durante mas de medio
siglo los prescriptores, en general médicos y psiquiatras, han estado recetando
ISRSs a millones de pacientes, bajo los auspicios de las agencias de
homologación, las cuales estaban al corriente de todo y por supuesto también
bajo la satisfecha mirada de las empresas farmacéuticas que han recibido suculentos beneficios económicos comercializando las drogas. Es lo que ha catalogado como "the little dirty secret" (el pequeño secreto sucio).
El
26 de febrero de 2008 el meta estudio de Kirsch y sus colaboradores se convierte en portada de los
principales periódicos y diferentes medios a nivel mundial: The Times, The Guardian, The independent,
Daily Telegraph, por poner algunos
ejemplos, así como infinidad de canales de televisión que también se hicieron
eco de la noticia.
El impacto en el mundo médico fue dramático, una
encuesta reveló que más de la mitad de los facultativos cambió radicalmente de opinión en cuanto a la necesidad de seguir
recetando ISRSs. Sin embargo, un amplio sector de prescriptores se negaba a
aceptar los hechos, simplemente era muy difícil aceptar una realidad que había
sido ocultada durante más de cincuenta años.
A pesar de la contundencia de los datos
disponibles en la actualidad continúa habiendo un sector crítico con los datos que se opone a
una realidad que probablemente supere una vez más a cualquier historia de
ficción.
A cualquier interesado en una revisión
seria, profesional y exhaustiva de este asunto le recomiendo el libro del
profesor Kirsch: The Emperor’s new drugs – Exploding the antidepressant myth.